lunes, 7 de noviembre de 2016

Engaño

Es curioso que este escribiendo sobre ti en este momento.
Yo, que decía que te odiaba tanto. Odio porque me engañaste.
No sólo mi alma te odia, también lo hace mi espíritu e incluso mi cuerpo.
Mi cuerpo aclama tu presencia, fue como arrebatarme la droga que llevaba mucho tiempo consumiendo, así, de golpe.
Todo se volvió oscuro, mis planes, mis metas, mis sueños, mis pasiones.
Me fui llenando de desesperanza, el saber que alguien más te tiene, que alguien más te toca.
A veces prefiero no pensar, no imaginar tu cuerpo rozando a alguien más.
Todas las veces que dijiste que me amabas, las creí. Espero que al menos una de esas veces haya sido verdad.
Cuando recuerdo los momentos que sólo tú y yo conocemos, duele.
Duele pensar que me hacías feliz, que una sonrisa tuya alegraba mi día, en especial si esa sonrisa era para mi.
Duele pensar en tus ojos de noche, en esa mirada tan dulce que me hacía querer abrazarte.
Duele pensar en tus besos, los más perfectos de este mundo.

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